Partir, evadirse, arriesgar un camino ¿No es este el fin último de todo arte, de toda vida? Al menos lo es en el caso de Huellas de Transeúnte, trabajo pictórico en el que la frontera, el nomadismo, el viaje, se abren como posibilidades de vida, de creación. Somos el camino que andamos. El destino del transeúnte es la medida de su viaje, que es en el fondo una suma de huellas, de rastros desperdigados. Nada hay más activo que el viaje, pues es este el que arroja una luz sobre el pasado y esclarece los caminos del porvenir.

Huellas de transeúnte nos propone también una estética del fragmento (de un texto, de un rostro, de una huella, de un camino), parte de un todo que a la vez es momento único, significativo; episodio constitutivo de aquel camino que emprendemos. A fin de cuentas, la vida, como el arte, es composición de fragmentos, suma de momentos, de instantes decisivos-

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David M. Houghton